-Somos de la generación que recuperó el mensaje escrito, deberíamos usarlo con propiedad- Le dije el otro día a una amiga y se río.
-¿No estarás exagerando B.?-
-No, he terminado relaciones porque abusaban de los puntos suspensivos-
Obviamente le fue imposible contener la risa, no sólo por mi
declaración, sino porque sabía exactamente de quién estaba hablando. Y
es que deberíamos fijarnos como escribirnos. Yo reconozco que soy "todo"
lo que se odia de una persona. Porque a pesar de no haber estudiado
nada relacionado, me gusta escribir y tengo esa costumbre maldita -medio
costumbre, medio TOC- de corregir faltas de ortografía a diestra y
siniestra. Más de una vez entré a un local para advertirles que tenían
un cartel con errores en la puerta. Y más de una vez me han invitado a
cerra el pico. Cosas de la vida.
Pero deberíamos valorar lo que nos toca. Hace 100 años, las cartas eran
la única forma de achicar distancias entre continentes o países. Sin ir
más lejos, mi abuela siempre cuenta que a los 20 años cuando se mudó a
Reconquista, la madre le escribía día por medio una carta. En cambio,
en la época de mi vieja eso se terminó. Los teléfonos se popularizaron, al punto de que en la gran mayoría de las casas había uno. Y la gente creyó que nunca
más iba a tener que escribir en su vida ¿pobres ingenuos no?