El otro día estaba sentada en el subte esperando que arranque, cuando una chica se sentó al lado mío. La miré de reojo y la reconocí instantáneamente. Los años habían sido bastante magnánimos con ella. Tenía el cabello considerablemente más largo, ya no parecía una flogger y claramente se había dejado de quemar el pelo con decolorante.
Levantó la mirada y después de parpadear un par de veces me sonrió. “¿Cómo estás B?”. Hace más de seis años que no nos cruzábamos, pero ahí en frente mío estaba Loquita de Amor I. Le contesté que bien, que cómo andaba ella, qué era de su vida. Y pensé en que el Facebook traidor, con sus nuevos algoritmos y sistema de seguidores, hace rato no me ponía al tanto de sus cosas.